3.12.10

Ya.

El agua cae por su espalda, recorre su cuerpo y esconde sus lágrimas. Finge que es feliz. Arriesgó todo y perdió. No siempre se gana y ella lo paga así; llora. Intenta no hacerlo porque no quiere que se preocupen, pero sus ojos ya no pueden esconder su tristeza. Su mirada está perdida y ya no hay una sonrisa en su cara. ¿Qué le ha pasado? Le han abierto los ojos. Era una niña que jugaba con fuego y se ha terminado quemando. "No volveré a cometer el mismo error", se repite. Aunque sabe que lo hará, una y otra vez, tropezará con la misma piedra sin quererlo. Porque es humana, exactamente igual que el resto.

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Cuando los árboles no dejan ver el bosque